286.- La peste. Editorial La Defensa, junio 2020 - RJCornaglia

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Revista La Defensa del IDEL-FACA. Junio 2020. www.ladefensa.com.ar
Editorial
La Peste
Por Ricardo J. Cornaglia.
                        
La  peste negra alcanzó su pico de virulencia entre 1347 y 1353 y  un tercio de la población de Europa falleció a sus consecuencias. Más de 25.000.000 de seres humanos perecieron.
En la República de Florencia, sólo un quinto de sus habitantes pudieron supervivir.
Pero también sobrevivió la República, que era un raro exponente de gobierno secular, que abrevaba en la cultura política griega y romana y fue gobernada por veintiún gremios, desde el siglo XI.
Para entonces, todavía esos gremios no habían degenerado al influjo de burocracias corruptas y se encargaron de hacer funcionar a las instituciones, cuando el bacilo yersinis pestis, se encargó de poner a prueba y desolar, los resortes económicos de la hasta entonces pujante  ciudad estado, que dio lugar a la economía de mercado. Claro que funcionando a medida y conforme a los intereses de una burguesía, que cargó sobre sus espaldas, dejar atrás el medioevo y dar lugar al renacimiento. Era el gemido anunciador del nacer de la modernidad.
El arte volvió a la belleza humana y de la naturaleza, al estilo de los griegos y el derecho se hizo secular y propio de comerciantes, quedando en el camino a mérito de la razón, la invocación del fundamento divino.  El Arte di Calimala, corporación del comercio de telas, pasó a ser la banca del papado y los reyes. Financió las guerras que moldearon a las naciones de la civilización occidental.
En lo público, los efectos de la peste, dieron oportunidad de crecimiento. La ciencia política, a la luz de descarnado realismo, pocs décadas después, alcanzó a estar representada por Nicolás Maquiavelo, secretario del gremio de los viñateros, secretario de República, defensor de la autonomía de su ciudad, diezmada por el asedio de ejércitos franceses, aislada por más de una peste.
Demostró que los límites de lo público, no se reduce al aparato estatal. Que las asociaciones son la escuela de representación popular y construyen poder. La FACA es una de ellas. Aunque desde el aparato gubernamental no se la tenga en la consideración que merece.
La humanidad, aprende de sus errores o perece en el intento. La ciencia, la tecnología y la ecología, se dan patadas entre sí y nos están poniendo a prueba.
Herederos republicanos somos de ese pasado. Por adopción democrática. Desafiados por nuestra actual pandemia e inmadurez.
En la hora de la globalización la enfermedad supera las fronteras, por más que nos impida viajar, con normas de aislamiento y despliegue de fuerzas de seguridad..
La crisis global, es capaz de forzar al gobierno, para improvisar herramientas de salud pública, a ir restringiendo las escasas libertades conquistadas. Y al menor descuido,  surge la raíz totalitaria de una cultura ancestral, que encuentra motivo para forjar cadenas. Las cadenas que soportamos son las libertades que hemos perdido.
Nos queda la República. Tiene que renacer.
Y para eso, es necesario que cada uno asuma solidariamente el rol que le corresponde en la reconstrucción y en la defensa del bien común, sin renunciar a la existencia en libertad. Un pueblo que no aprede a defender su libertad está enfermo. Es un pueblo débil, que se merede instituciones inútiles.
El poder legislativo debe ser la asamblea permanente que funciones por todos los medios y se atreva a debatir las razones profundas y legislar para el futuro, dejando de ser el escribano referencista de los decretos de necesidad y urgencia.
Los jueces y sus amanuenses no pueden seguir de feria permanente. Nuestra suerte como abogados depende de ello. Nuestros representados, también dependen de un quehacer que es una requisitoria permanente de justicia. Y esto es más importante que lo anterior.
El poder ejecutivo, se tiene que dedicar a lo suyo, que es la gestión administrativa, cuando la burocracia que tiene a cargo, flota a la deriva, como si no estuviera al borde de un remolino. El presidencialismo que nos sobra, no compensa la ineficiencia de la administración.
El arte de gobernar es más complejo que sancionar normas policiales y luego rogar a la sociedad que  las respete bajo amenaza de multa o cárcel. Hay una cotradicción impícita en el mandar y rogar. Y todos sabemos que esas multas son impagables para aquellos que deben optar entre el comer y dar de comer a su prole, obligados a buscar empleo, un bien cada vez más escaso. Y que las cárceles están atiboradas de procesados y condenados pertenecientes a esa clase compelida a la opción.
Al pueblo llano, la legislación de ese tipo, le resbala, no lo educa.
El intervencionismo del poder público en la vida y propiedades de los habitantes y sus asociaciones, cuando se ejerce por sobre la división de los poderes, implica una afrenta a libertad existencial alcanzable viviendo en una comunidad digna.El exceso de un poder, se lleva a cabo, por la resignación de los otros.
Nuestra recuperación, pese al caos en que vivimos, comienza por la humildad de respetar al otro, en lo individual y lo político institucional. Cada uno a lo suyo. Resulta esperanzador recordar que a la pandemia medioeval siguió el renacimiento.
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